Nunca hubo un mejor pretexto
para derribarme inconsciente
que probar el aromadel placer
y dejarlo crecer en mis adentros.
Fué una tormenta de mil recuerdos,
de días completos perdidos en el suelo,
estuve viendo colores puros,
escuchando nombres indecibles,
absorbiendo sentimientos exteriores,
ajenos a mi.
Mi locura fué desatada,
para encontrar después una verdad,
pequeña o grande,
pero a la que me adhiero
más allá de mi propia cordura;
el infierno es irracional,
definitivamente estaba anidado adentro,
lo tenia oculto, pero ha salido libre;
hubiera sido mejor seguir con los ojos vendado...
por lo menos es siempre más cómodo.
Una necesidad circula en mi sangre
de disolverme entre las sombras,
de conjurar anhelos extraños, íntimos, impíos,
reactivados por mi misma.
Debí de seguir con los ojos vendados.
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